“Un
gorrión sobrevuela con desparpajo las principales arterias de Madrid. Apenas
amanecido, el cielo está azul y promete un agradable día de primavera. Sin
embargo, el gorrión sigue enfrascado en su discurso interno, ése que le
atormenta desde que se soltó a volar. Y es que, el ruido de la gran ciudad y la
contaminación de los coches y las calefacciones provocan en él una desafección
por la vida.
Cada día
sigue la misma rutina, abandona su pequeño refugio de la Plaza España, una
azotea abandonada de un edificio centenario, y comienza su vuelo de
reconocimiento con la esperanza, cada día, de que todo haya cambiado. Así,
imagina que los edificios son sustituidos por árboles, las aceras por ríos y
los coches por animales. Sin embargo, cada jornada, su esperanza se transforma
en decepción al comprobar que nada ha cambiado. Abatido, triste y decepcionado,
vuelve a su refugio y espera allí quieto, acunado por su propia melancolía, a
la próxima mañana con la ilusión de que se produzca el milagro. ”
Aquella
mañana de primavera, como cada día, había comprobado que todo seguía igual. A
la altura de la Plaza de Cibeles remontó el vuelo a través de la calle Alcalá
dirigiéndose ya hacia la Plaza de España. Ensimismado en su propia angustia no
escuchó el disparo de un perdigón certero que alcanzó de lleno su diminuto
cuerpo. Fue en ese trágico momento, fatal desenlace, cuando un gesto instintivo
por agarrarse a la vida le obligó a alzar su cabeza. Por primera vez en todo
aquel tiempo alcanzó a ver detrás de todos aquellos edificios la Casa Campo,
sus árboles, el lago y los pájaros que lo sobrevolaban. Una última imagen antes
de caer irremediablemente sobre el asfalto de Madrid.”
Introducción
Los analfabetos emocionales desconocemos
que existe algo así como el momento presente, siempre enfrascados en nuestras remordimientos sobre hechos que
acontecieron en el pasado o preocupados
por eventuales riesgos futuros, o en
su caso por la idealización de un mañana
que tememos no se convierta en realidad.
Se trata,
en definitiva, de postergar la sensación
de felicidad a un momento futuro porque no somos capaces de disfrutar con nuestro yo y su entorno
en el presente. De esta manera, idealizamos el mañana, creyendo que cuando
tenga aquella o tal cosa podré empezar a disfrutar de la vida. Y, cuando llega
ese momento, irremediablemente nos sentimos vacíos y continuamos anhelando otro
futuro mejor.
Los pobres emocionales, por poner un
ejemplo, nos vamos a la cama con un montón de personas y asuntos pendientes,
hasta el punto que nos dormimos en la inconsciencia
del momento presente. No disfrutamos de la relajación del momento, ni del
tacto de las sábanas, ni del placer de no realizar absolutamente nada,
simplemente permanecer en paz, relajados hasta que el sueño nos venza.
Y lo cierto
es que ya tenemos todos lo que
necesitamos para exprimir al máximo el momento presente. Sólo nos falta
destreza para conocernos. Un paso de gigante se consigue cuando tomamos conciencia del momento
presente. Somos capaces de atrapar nuestros pensamientos y catalogarlos como
remordimientos pasados o preocupaciones futuras. Una vez conseguido, los desecharemos
para centrar nuestros sentidos en lo único que existe, que es aquello que está
ocurriendo en este preciso instante. Respirar, oler, tocar, ver, escuchar y
degustar lo que nos sucede siendo plenamente
conscientes. Sea lo que sea, por insignificante que nos pueda parecer.
Los sabios emocionales también piensan en
el pasado (para aprender) y viajan futuro (para planificar o prevenir). Sin
embargo, lo realizan de una manera consciente,
organizada, controlada y de sobre todo constructiva. Evitan el pensamiento
neurótico, intentando centrar la mayor
parte de su consciencia en el momento presente. Valoran y agradecen
continuamente lo que tienen y disfrutan en cada momento, sin dar mayor
importancia a las preocupaciones o los remordimientos que al momento en el que
están sintiendo y viviendo.
Reflexión
Y tú…¿invades
el momento presente con pasado y futuro? ¿eres capaz de atrapar tu pensamientos
y postergarlos para concentrarte en el presente? ¿qué resultados cosechas
cuando adoptas esta conducta?
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