Silvia
comenzó a descender por la calle Princesa hecha un ovillo en sí misma.
Cabizbaja, triste y lejana, abrazaba su carpeta de universitaria con la mirada
perdida en el suelo, ensimismada en sus propios pensamientos. Y es que aquel
día, el día en el que le comunicaron que había aprobado la última asignatura de
su carrera de Derecho, comenzaba el fin del fin. ¿Qué iba a hacer ahora ella?
Si nunca se había creído hábil para conseguir clientes y, tampoco era una estudiante
brillante. Cada vez que veía esas series de abogados en la televisión,
envidiaba el talante seguro y resolutivo de las protagonistas. Pero ella, ella
era otra cosa. Una mala estudiante que había tenido más suerte de lo normal.
Pronto, la vida, pondría a todo el mundo en su sitio y, en su caso, la
ridiculizaría de manera cruel. Era torpe para los negocios y más aún para la
negociación. Eso nadie lo podría cambiar.
Así las
cosas, abstraída de todo y de todos, Silvia no pudo apreciar que desde hacía un
tiempo, un clown la acompañaba en su camino, sombra de su desesperanza,
antídoto contra sus males. El payaso realizaba todo tipo de carantoñas.
Primero, arrojó agua por la flor de su solapa para despertar alegría en la
joven. Después le ofreció un hermoso ramo de flores frescas que extrajo de su
sombrero, pero ni siquiera el exquisito aroma que desprendía y que embargaba a
todo aquel que se cruzase en su camino pudo traer a Silvia de la lejana galaxia
de la desesperación donde se encontraba desde hacía mucho más tiempo del
deseado. Por último, el mimo abrió un paraguas de colores para protegerla de la
lluvia, pero Silvia ofuscada en su propia realidad, continuaba mojándose
mientras caminaba.
Introducción
Los analfabetos emocionales atraemos el
pesimismo como un imán. Creemos que tenemos motivos más que fundados para
pensar que las cosas irán mal de manera
permanente. Perpetuamos este pensamiento y caemos en la inactividad. Cuando me refiero a que
realizamos predicciones catastrofistas
sobre el futuro, no me refiero sólo a los grandes aspectos de nuestra vida,
amor, trabajo o salud, sino también a las pequeñas
cosas como una comida en familia, un partido a nuestro deporte favorito, o la
posibilidad de que un imprevisto acontezca en nuestra próxima excursión con los
amigos.
Los pobres emocionales creemos, en definitiva,
que las dificultades serán perpetuas,
asumimos toda la responsabilidad
sobre aquello que sale mal (es por mi culpa), nos concentramos en único aspecto de nuestra vida para
extender la desgracia a toda ella y nos vemos incapaces de desarrollar una solución que en ocasiones creemos
única.
En cambio,
los sabios emocionales advierten
dificultades futuras, pero confían en que serán pasajeras. Para ello, siempre pasan a la acción y evitan el inmovilismo. Son optimistas porque ellos mismo
inician cuantas acciones sean necesarias para solventar el problema. Esto no
quiere decir que siempre resuelvan sus problemas, pero sí que al menos han agotado las alternativas
activamente para resolverlo. Simplemente cuentan con una mayor probabilidad.
Además, las personas optimistas se proponen los retos como un combate de varios
asaltos, donde es posible que pierdan las primeras rondas, a todas luces
necesarias para aprender, pero no cesan
en su empeño hasta que llegan las victorias.
Una
de las pautas que podríamos comenzar a aplicar en nuestro día es concentrarnos de manera consciente en lo positivo que nos ha pasado, en
lugar de destacar exclusivamente los hechos negativos.
Otra
de las pautas ampliamente extendida al ser humano, es imaginar el fracaso ante
cualquier riesgo potencial futuro,
en lugar de imaginar éxito. Como hemos comentado antes, imaginar éxito no es
suficiente, es necesario perseguirlo mediante la acción, pero si el futuro es
igual de incierto, tanto mayor probabilidad tendremos de que nos favorezca si imaginamos éxito en lugar de fracaso.
Reflexión
Y tú…¿crees
que podemos entrenar el optimismo?
¿eres capaz de encontrar un patrón de comportamiento optimista? ¿qué resultados cosechas cuando te invade el
optimismo? ¿y cuando adoptas una actitud pesimista sumiéndote en el
inactividad?
Para saber más
Es imposible leer, escuchar o ver a Elsa Punset sin contagiarse de su
energía y su positividad. Os recomiendo este pequeño vídeo donde entrevista a
Mark Stevenson que ha establecido
algo así como los principios del “Optimismo
Pragmático”, es decir, los rasgos comunes a todas las personas que destacan
por su optimismo natural.
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