Fragmento
“Juan
abrió la puerta de su apartamento de la planta número quince, en pleno corazón
financiero de Madrid. A pesar de que Sol de mediodía iluminaba el cielo azul de
la capital, su casa y su vida estaban en penumbra, entre tinieblas. Aquel 12 de
Mayo, el día en que lo despidieron a sus cincuenta y cinco años porque algo
había que hacer para cambiar las tendencia de las ventas, no fue distinto. Muy
despacio, todavía incrédulo con la noticia y con la vida que le había jugado
aquella mala pasada, se sentó en el sofá de diseño beige y se quedó así,
inmóvil el resto de la mañana, la tarde, la noche y quién sabe si el resto de
sus días. Allí sentado, se sorprendió con el recuerdo de su mujer. Le invadió
un sensación de nostalgia, de vacío, de soledad y hasta de amargura que no
experimentaba desde hacía mucho tiempo, ni siquiera diez años atrás, cuando ella
le notificó la petición de divorcio por escrito, y lo abandonó cansada de
cansarse de esperarlo.
Su trabajo lo había sido todo, lo único. Si casualmente le sobraba algo de tiempo, lo esparcía como migajas entre su familia y algún que otro pequeño acto social donde de vez en cuando se encontraba con algún amigo al que ya prácticamente ni reconocía. Pasaron por su cabeza sus hijos, aquellos perfectos desconocidos a los que veía una vez al mes, cuando disponía la agenda que gestionaba su secretaria y, aunque la cita nunca era cancelada, sí se movía habitualmente de día, una y otra vez para ajustarla a sus compromisos profesionales. El encuentro era un ritual frío, donde él leía el periódico y sólo levantaba la cabeza de vez en cuando para dar algún consejo frío a sus hijos, con voz metálica, desde muy lejos, como si se tratase de sus propios subordinados, que lo escuchaban distantes y, probablemente, como quien oye llover. Allí ahora en su piso, se pasearon tantas cosas por su cabeza, que de un golpe helado entendió lo que la vida día tras día puso delante de sus narices, pero no fue capaz de entender.”
Su trabajo lo había sido todo, lo único. Si casualmente le sobraba algo de tiempo, lo esparcía como migajas entre su familia y algún que otro pequeño acto social donde de vez en cuando se encontraba con algún amigo al que ya prácticamente ni reconocía. Pasaron por su cabeza sus hijos, aquellos perfectos desconocidos a los que veía una vez al mes, cuando disponía la agenda que gestionaba su secretaria y, aunque la cita nunca era cancelada, sí se movía habitualmente de día, una y otra vez para ajustarla a sus compromisos profesionales. El encuentro era un ritual frío, donde él leía el periódico y sólo levantaba la cabeza de vez en cuando para dar algún consejo frío a sus hijos, con voz metálica, desde muy lejos, como si se tratase de sus propios subordinados, que lo escuchaban distantes y, probablemente, como quien oye llover. Allí ahora en su piso, se pasearon tantas cosas por su cabeza, que de un golpe helado entendió lo que la vida día tras día puso delante de sus narices, pero no fue capaz de entender.”
Introducción
Los analfabetos emocionales, frecuentemente
dirigimos nuestra vida más bien por las
preferencias sociales, sin cuestionarlas o refutarlas según nuestros
sistema de valores. Nos dejamos llevar, realizamos aquello que la “Sociedad nos
dicta que está bien”. De esta manera, muchas veces nos enganchamos “a una rueda” que constituye nuestro verdadero pilar en la vida: el
trabajo, una relación, el cuidado de nuestros hijos, llevar una vida saludable,
… Todas estas prioridades son lícitas, sanas y potencialmente fuente de grandes
satisfacciones, alegría y felicidad si son sinceras y están alineadas con
nuestras verdaderas preferencias. El problema se produce cuando el taburete de nuestra vida lo sostenemos
con un único pilar porque, la realidad no controlable, puede volverse en
nuestra contra y, si el pilar se rompe, el taburete se cae y nos pone patas
arriba.
Una vida saludable implica disponer de varios
pilares que sustenten nuestra vida, cualesquiera que éstos sean y, siempre
que estén en un nivel de priorización
equilibrado, construyendo verdaderos
retos de desarrollo en cada una de las áreas. Cuando nos ponemos a la tarea
de equilibrar, podemos caer en el error
de sumar a nuestro planteamiento de vida actual nuevos
proyectos, de manera que a la ya estresante jornada de nuestro pilar principal
le añadimos ahora nuevos retos, que no provocarán más que un estado ansioso que
no podemos abarcar. Se trata de equilibrar, de lograr un desarrollo
razonablemente bueno (no perfecto) en las tres o cuatro áreas prioritarias que
hemos marcado para nuestra vida. En general, la dificultad consiste en relajar nuestra prioridad principal, nuestra
adicción, para dar cabida a otras área de interés y desarrollo.
Por otra
parte, en algunos casos, los pobres
emocionales creemos llevar una vida equilibrada cuando por ejemplo priorizamos inconscientemente un pilar en
nuestra vida, pongamos el trabajo y, de manera jerarquizada, distribuimos el tiempo que nos sobra a otra
tareas, las migajas, pero que están
sometidas. Así el fin de semana (si el trabajo lo permite) abrumamos de planes a nuestra familia o, el
tiempo del almuerzo (si el trabajo lo permite) lo dedicamos a ir al gimnasio.
Esto no es un plan equilibrado, sino sometido a un pilar principal.
Equilibrar indica una reflexión sobre
cada una de las áreas de desarrollo, unos objetivos, un plan para acometerlo y,
el firme propósito de repartir y garantizar tiempo de manera racional para cada
una de ellas.
Las
personas que sostienen su vida en un único pilar debemos de aprender a cuestionar las creencias limitantes que
se esconden tras ella y reconstruirla
por otras más racionales para descubrir cuáles son nuestra verdaderas áreas
de interés en la vida y, por último trazar un plan de equilibrado para ir
acometiendo cada una de ellas.
Reflexión
Y tú…¿en cuántos pilares sustentas tu vida?
¿están equilibrados o alguno de
ellos está sometido a los otros? ¿qué creencias
limitantes se esconden detrás de tu pilar principal? ¿eres capaz de
cuestionar tu creencia? ¿cómo podrías diseñar
un plan de vida más equilibrado y relajado donde ningún pilar sometiese a
los demás?
Para Saber más
Son
numerosos los manuales de desarrollo personal que abordan este tema, por citar
alguno me referiré a Susan Jeffers
en su capítulo “Hasta qué punto es todo
`toda su vida´” del libro “Aunque tenga miedo, hágalo”, pero la esencia,
profundizar en este tema pasa más por definir en nuestras propias prioridades y
a partir de ahí convertirnos en verdaderos expertos en nuestras áreas de
desarrollo mediante la investigación. En pleno siglo xxi, Internet permite la
universalidad del conocimiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario