jueves, 18 de enero de 2018

Mini 2. La felicidad depende de uno mismo.

Fragmento

“Lorena Septiembre 2.010.
Tábata es como solía llamarme Martín. Recuerdo que allí, como dos pasmarotes sentados bajo el techo de una marquesina le miré, con compasión, pero en realidad no era únicamente compasión por él. Era compasión por ambos. El estómago se me hizo un nudo un instante antes de que mis ojos se encharcasen, de rabia, de tristeza, de resignación. Él levantó tímidamente la mirada hacia mí, para bajarla inmediatamente cuando yo le correspondí. Al fin alcancé a vocalizar algunas palabras.

-Martín, tú sabes que en otras circunstancias... Yo no te quiero para un día ni para una noche, te querría ….

Me tembló la voz. Sentí que nunca unas palabras tan sinceras fueron tan crueles. Comenzó a llover y comprendí, que cada minuto que pasase allí, cada palabra, cada gesto, mi simple compañía, no haría más que empeorar las cosas, que generar más dolor. Así que me levanté y sin besarlo, sin acariciarlo, sin abrazarlo…, sin hacer justamente todo lo que me apetecía, me fui caminado entre la lluvia y sin mirar atrás.”


Introducción
Los analfabetos emocionales creemos que la causa de nuestras desgracias procede del exterior. Nuestro sufrimiento lo provoca un desengaño, el tráfico, los jefes, nuestro hijo adolescente, nuestra expareja, las empresas o el gobierno. Sin embargo, cuando cada día nos enfrentamos a la realidad más trivial o a la más complicada, ésta tiene poca capacidad o ninguna de influir en nuestras emociones. Todos los sabios coinciden en que no es la realidad la que nos afecta, sino la interpretación que hacemos de la misma. Entender y controlar esta trampa de nuestra mente, por su arraigo y amplia aceptación colectiva, puede llevar en sí mismo toda una vida. Al enfrentarnos a la realidad surgen en nuestra mente unos pensamientos automáticos que desembocan en unos sentimientos y unas reacciones. Es clave entender que antes de los sentimientos se producen los pensamientos. Lo sentimientos no los provoca la realidad, sino nuestros pensamientos acerca de la realidad.
Una vez entendido esto, la segunda parte que cabría preguntarse sería de dónde proceden nuestros pensamientos. Todos hemos forjado un sistema de creencias fruto de nuestro condicionamiento (educación), experiencia y predisposición genética. Estas creencias en general son inconscientes, lo que provoca que sea más difícil identificarlas. Cuando las creencias son limitantes, generan pensamientos, emociones y acciones que provocan sufrimiento. En tanto en cuanto seamos capaces de hacer conscientes nuestras creencias limitantes, más fácil será que las controlemos y las modifiquemos. Esto no es un proceso corto y sencillo. Yo lo entiendo más bien como un hábito saludable de vida, igual que cuando realizamos ejercicio a diario o sustituimos la mantequilla por el aceite de oliva. A medida que vayamos tomando consciencia de nuestras creencias, veremos que a lo largo del día tenemos una cantidad abrumadora de pensamientos automáticos que provocan sufrimiento y será más sencillo enfrentarnos a ellos.

Ejemplo
Pero veamos todo esto con un pequeño ejemplo. Imaginemos un vendedor que tiene la creencia de que el trabajo es la prioridad número uno en su vida. Es importante insistir que es inconsciente, no vamos presumiendo de ello. Cuando tienes la creencia de que el trabajo es la prioridad número uno, es la número uno. Esto quiere decir que, aunque no seamos conscientes de ello, nuestra prioridad no son ni tus hijos ni tu salud. Así, te puedes sentir culpable por ausentarte al médico o por acompañar a tu hija a la fiesta del colegio en horario laboral. Incluso te pueden asaltar pensamientos automáticos de que tal vez tu jefe piense que eres un vago por ello y termine por no ascenderte, no subirte el salario o incluso llegue a echarte. Y entonces, ¿qué pensará tu padre que nunca faltó al trabajo ni siquiera cuando estaba resfriado? La catarata de pensamientos que provocan sufrimiento (ansiedad, miedo, estrés, irascibilidad, inseguridad, falta de concentración, productividad, rendimiento …) puede ser infinita, pero todos vienen provocados por una creencia “limitante”. Cuando somos capaces de hacer consciente la creencia, estamos más preparados para acomodarla en nuestro sistema de valores real y, entonces, interrumpimos el flujo de pensamientos, la charlatana interior y las emociones negativas derivadas. A veces las creencias se superponen. En nuestro ejemplo, este vendedor además de creer que el trabajo es prioritario, también cree que la escala de valores de su padre es más válida que la suya. Otras veces son de dudosa compatibilidad como el “trabajo es prioritario” y “tengo que ser un padre muy competente y perfecto para que mis hijos me quieran todo el tiempo” (porque yo no me quiero nada a mí mismo)
En definitiva, no son los hechos externos los que provocan nuestros sufrimiento, sino nuestra interpretación de los mismos. Es decir, nuestra felicidad depende de nosotros mismos en la medida que racionalicemos nuestros pensamientos y no de lo que nos sucede.

Reflexión
Y tú…¿crees que la felicidad es una cuestión interior? ¿qué resultados cosechas cuando dejas tus sentimientos en manos de las circunstancias? ¿Y cuando haces consciente la creencia limitante que los provoca?

Para Saber más
Quizá de toda la colección de Pobres Emocionales esta es la idea que más documentada está por todos los sabios, ya que es la piedra angular de la psicología clínica actual (corriente cognitiva). No te costará encontrar más información al respecto. Sobre este tema, yo me quedaría con los trabajos de los padres de la terapia cognitiva, Albert Ellis (Ideas irracionales) y Aaron Beck (Distorsiones cognitivas) porque aunque están principalmente orientados a la psicología clínica y, a la vez por ello mismo, son los más rigurosos, siendo el origen de la gran mayoría de trabajos posteriores.

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