En el gran teatro de la vida, a menudo escondemos
tras una máscara la vergüenza de ser humanos y sentir. Actuamos como si nunca nos abordase el miedo, la frustración
o la ansiedad. Nos escondemos de los demás y de nosotros mismos. Evitamos
brillar si no es aceptado. Obviamos desarrollar nuestras virtudes naturales si
esto nos obliga a navegar a contracorriente. Engaños en masa, ficción colectiva,
deleite de la demencia humana para ocultar
y representar, cuando no presumir, justamente
aquello que anhelamos.
Pero lo
cierto es que a menudo, el mercado laboral y el sistema educativo presentan carencias para preparar a los profesionales justamente en aquello que demandan, personas emocionalmente constructivas,
que exploten sus virtudes, su talento interior y que dediquen su vida a
disfrutar aportando a la Sociedad aquello en lo que son unos virtuosos
naturales.
Decepcionado por un entorno que exige lo que no
aporta, paupérrimo en el conocimiento, entendimiento y divulgación de
sentimientos, me he casi obsesionado con aprender
de todos aquellos sabios que compartían mis inquietudes por las claves del
crecimiento emocional, y para mi sorpresa, he comprobado que coincidían en lo fundamental, con
independencia de la antigüedad de sus textos, nacionalidad, filosofía, sexo,
profesión o formación …
Por ello,
me he decido a crear Pobres Emocionales,
una colección de 20 mini-artículos con
los puntos de vista más extendidos y coincidentes entre los sabios para el
despertar espiritual, los que más me están ayudando, con el único propósito de compartir
y, en el mejor de los casos, ser fuente de inspiración de otros navegantes que
como yo luchan día a día por encontrar la brújula de una vida con pleno sentido.
No hay nada
excepcionalmente nuevo. No hay varitas mágicas. No hay nada extravagante. Todo es sentido común. Cosas simples,
que conocemos pero que por los motivos que sea, nunca hemos dedicado el
suficiente entusiasmo para ponerlas en práctica.
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